domingo, 12 de enero de 2020

REFLEXIÓN - Domingo 12 de enero de 2020



Por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó (Jesús), dando fe a todos con haberle levantado de los muertos.
Jesús resucitó
El cristianismo se funda sobre un hecho extraordinario y único: la resurrección de Jesucristo, después de su condena injusta y su muerte en la cruz. ¿Cómo puede un hombre vivir de nuevo cuando está muerto? Nadie puede responder a esta pregunta; uno diría que es inconcebible y que la muerte es un fenómeno irreversible.
El hecho de negar la resurrección conlleva una trágica consecuencia, así dice la Biblia: “Si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó; y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana; aún estáis en vuestros pecados” (1 Corintios 15:16-17).
Pero lo que es inconcebible para el hombre, no lo es para Dios quien nos ha creado. La muerte no es el fin: Jesucristo lo anunció. Todos los muertos resucitarán, sea “a resurrección de vida”, o “a resurrección de condenación” (Juan 5:29). El que ha confesado sus pecados a Dios y ha creído que Jesús murió por él, estará para siempre con Dios: es la resurrección de vida. El que no cree también resucitará, pero para ser juzgado por el Señor: es la resurrección de condenación.
Tal vez usted piense: «Es absurdo, es una locura». Dios no lo contradice; al contrario afirma: “La palabra de la cruz (Jesucristo muerto y resucitado) es locura a los que se pierden”. Pero él no quiere que usted se pierda, sino que sea salvo. Y para esto, “la palabra de la cruz... es poder de Dios” (1 Corintios 1:18).
Crea el Evangelio, porque este “es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree” (Romanos 1:16).

Tomado de LA BUENA SEMILLA.

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