miércoles, 13 de mayo de 2020

REFLEXIÓN - Miércoles, 13 de mayo de 2020


¿Quién decís que soy yo? Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. Entonces le respondió Jesús:... sobre esta roca edificaré mi iglesia.
Nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo.
En él (Cristo) habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad.
Las falsificaciones (2)
Ayer dijimos que algunas religiones, aunque toman algo del cristianismo, en realidad son falsificaciones de la verdad.
Esas religiones consideran a Jesús como un hombre y un profeta notable, pero niegan totalmente su divinidad. Lo respetan, pero no lo reconocen como el Hijo de Dios, Dios Hijo. Esto está en flagrante contradicción con lo que nos enseña la Biblia respecto a Jesús: “Dios fue manifestado en carne” (1 Timoteo 3:16). “El Verbo era Dios... Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros” (Juan 1:114). Su mismo nombre afirma lo que él es: Jesús significa Dios Salvador.
Todo el cristianismo se basa en esta persona. ¡Atentar contra él es atacar el fundamento de la fe cristiana, y entonces todo se derrumba! El que rebaja a Jesús al nivel de un simple hombre pierde todo: ¡ya no tiene la revelación de Dios, ni Salvador, ni paz, ni esperanza! ¿Por qué? Porque es su Persona la que da todo el valor a la obra que él cumplió; y es por medio de esta obra que él salva a los que creen en él. Solo una persona divina podía revelar plenamente a Dios y satisfacer las exigencias de su santidad. ¡Esto fue lo que Jesús hizo en la cruz!
“Escudriñad las Escrituras; porque... ellas son las que dan testimonio de mí” (Juan 5:39). ¡Esta es nuestra única garantía para no dejarnos descarriar por los que corrompen el evangelio de nuestra salvación!

Tomado de LA BUENA SEMILLA.

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