sábado, 23 de mayo de 2020

REFLEXIÓN - Sábado, 23 de mayo de 2020



No nos cansemos, pues, de hacer bien.
Vence con el bien el mal.

El sentido del bien
Al evocar varios actos violentos que habían sido cometidos en su ciudad, un personaje declaraba recientemente: «Ya no tenemos el sentido del bien, es terrible».
La violencia es una de las trágicas consecuencias de la separación moral del hombre con Dios, y esto sucedió desde el principio de la humanidad. El primer asesinato tuvo lugar poco después (Génesis 4:8). Y más aún, hoy en muchos ámbitos no hay una clara distinción entre el bien y el mal.
Sin embargo, cuando el pecado entró en el mundo, el hombre conoció el bien y el mal: ¡tiene una conciencia! Pero esta puede ser endurecida, como anestesiada, e incluso “cauterizada”, es decir, que se ha vuelto definitivamente insensible (1 Timoteo 4:2). ¡Y peor todavía, llaman a lo malo bueno y a lo bueno malo! (Isaías 5:20).
Para que nuestra conciencia no deje de ser una guía fiable, permitamos que Dios nos ilumine por medio de su Palabra, pues esta “discierne los pensamientos y las intenciones del corazón” (Hebreos 4:12). La Biblia también nos enseña que en nosotros no mora el bien (Romanos 7:18). Pero si creemos en Jesús, Dios perdona nuestros pecados y nos da una nueva naturaleza, capaz de discernir “el bien”, e incluso de hacerlo.
Además, el Espíritu Santo viene a vivir en el creyente para iluminarlo, conducirlo y reprenderlo, si es necesario. Sí, la relación establecida con Dios por medio de la conversión nos permite hacer la diferencia entre el bien y el mal, y nos da el poder para actuar de una manera que le agrade y le honre.

Tomado de LA BUENA SEMILLA.

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