martes, 27 de octubre de 2020

REFLEXIÓN - Martes, 27 de octubre de 2020

Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado.

Bienaventurados aquellos cuyas iniquidades son perdonadas, y cuyos pecados son cubiertos. Bienaventurado el varón a quien el Señor no inculpa de pecado.
La Biblia y su vocabulario (1): el pecado

Muchas personas piensan que la palabra “pecado” ya no tiene lugar en la vida actual, y que nosotros hablamos demasiado de ella. Consideran que es una noción de la Edad Media, inventada por el clero para imponer la religión, o una deficiencia de la que no somos responsables, que se cura mediante una terapia. Sin embargo, todo el mundo reconoce que un robo, una agresión o un asesinato son reprensibles, pero solo porque estas acciones causan daño a los demás. No obstante, para Dios la mínima mentira o un pensamiento de orgullo, por ejemplo, también son pecado.

La Biblia habla de ello, y quizá también nuestra conciencia, si aceptamos escucharla. En realidad, el pecado es una oposición consciente o inconsciente, deliberada o no, a la voluntad de un Dios santo. Todo lo que es contrario a su voluntad, a su amor, a su bondad, a su sabiduría, es pecado.

Más precisamente, la Biblia llama pecado:

–a la injusticia: conozco la enseñanza de la Palabra de Dios y, a pesar de esto, actúo de forma diferente.

–a la conducta que ignora a Dios: me comporto como si Dios no existiese.

Entonces, ¿quién podría decir que no ha pecado? Si la Biblia describe nuestras faltas, también anuncia que Jesús llevó en la cruz el castigo por todos nuestros pecados. Es necesario y suficiente creer la Palabra de Dios, que nos dice: “La sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado” (1 Juan 1:7).

Tomado de LA BUENA SEMILLA.















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