Sé vivir humildemente… estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece… estoy lleno.
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¡Qué prueba para Pablo! Él, que viajaba por todas partes anunciando el Evangelio, estaba privado de la libertad. Sin embargo, el Señor no se equivoca: el apóstol estaba prisionero en Roma, pero se hallaba verdaderamente en la plenitud de la bendición de Cristo. Allí escribió las cartas que formarían parte de la Biblia y serían leídas por millones de cristianos. Las escribió en la cárcel, experimentando los cuidados del Señor: “Estoy lleno”.
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Sea que estemos en la cárcel o en libertad, cada día nos ofrece la posibilidad de pensar en Dios y orar a él. Los días de espera y sufrimiento en la cárcel pueden hacernos encontrar al Señor… Muchos que iban por el camino de la perdición, encontraron así el camino de la liberación, de la verdadera liberación por medio de Jesús.
Tomado de LA BUENA SEMILLA.
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