He aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación.
A veces pensamos que nos falta poco para ser felices : solo necesitamos un poco de dinero, una preocupación menos, una salud algo mejor, un poco menos de soledad… Siempre es poca cosa lo que nos separa de la felicidad, pero se renueva sin cesar. Así, a una preocupación le sigue otra preocupación, y un mal momento da paso a otro mal momento… De este modo, la felicidad siempre es para mañana. En realidad, lo que nos hace falta es Dios, es la conciencia de nuestra relación con él, nuestro Padre. Solo él puede hacer que la felicidad no sea para después de la enfermedad, sino durante la enfermedad, que no sea para después de las preocupaciones, sino en medio de las preocupaciones.
La Biblia nos invita a gozarnos
Tomado de LA BUENA SEMILLA.
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