miércoles, 15 de abril de 2020

REFLEXIÓN - Miércoles, 15 de abril de 2020

Qué pide el Señor de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios.
Y su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor.
El discípulo Andrés
Andrés era uno de los doce discípulos de Jesús. Mucho menos conocido que Juan o Simón Pedro, no escribió un evangelio, ni una epístola. Se habla muy poco de él... Sin embargo, en tres ocasiones Andrés interviene de manera muy oportuna:
1. Cuando conoció a Jesús, su primera preocupación fue llevar a su hermano Simón a Jesús (Juan 1:42). Dios empleó a un discípulo humilde y discreto para llevar a Jesús a quien llegaría a ser el muy conocido apóstol Pedro. Estemos siempre atentos a la voz del Maestro, dispuestos para servirle humildemente.
2. Jesús pidió a sus discípulos que alimentasen a una multitud hambrienta, pero ellos no tenían nada. Entonces Andrés habló a Jesús de un niño que tenía “cinco panes de cebada y dos pececillos” (Juan 6:9). Aunque era muy poco, lo mencionó porque Jesús estaba allí. Y, gracias a él, los pequeños recursos del niño fueron puestos en manos de Jesús, quien los multiplicó. ¡La multitud fue alimentada y saciada!
3. Poco antes de la muerte de Jesús, los griegos expresaron el deseo de verlo. Se dirigieron a Felipe, quien se lo comentó a Andrés, y ambos hablaron al Señor (Juan 12:20-22). Así, por medio de Andrés, los griegos fueron llevados a Jesús.
Las intervenciones simples y discretas de Andrés fueron el origen de grandes bendiciones.
No tratemos de ser conocidos. Como Andrés, cumplamos sencilla y fielmente las pequeñas cosas que el Señor pone a nuestro alcance. ¡Y dejémosle que saque una rica bendición de ello!

Tomado de LA BUENA SEMILLA.

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