sábado, 20 de junio de 2020

REFLEXIÓN - Sábado, 20 de junio de 2020



La esperanza de la vida eterna, la cual Dios, que no miente, prometió desde antes del principio de los siglos.

Tomémosle la palabra a Dios
Se dice que nuestras palabras nos comprometen. De allí la necesidad de prestar atención a lo que decimos, para no ser acusados de mentir o de no cumplir la palabra. Dios no comete ningún error. Lo que él dice corresponde exactamente a su pensamiento y a lo que debe ser dicho. Dios declara que el pecador que se vuelve a él, arrepintiéndose de sus pecados, es perfectamente perdonado y posee la vida eterna. Así habla él en su soberanía, porque nos ama y dio a Jesús en sacrificio para expiar todos nuestros pecados. ¿No deberíamos tomar la palabra de Dios en serio y creer lo que dice? En la Biblia Dios también declara que el que no cree en él, quien no le toma la palabra, lo hace mentiroso (1 Juan 5:10).
Dios no espera de usted cosas extraordinarias, sino simplemente que acepte el plan de reconciliación que le propone. Él se hizo cargo de todo, y ofrece su gracia, su paz, sin exigir más que una cosa: debe aceptar que Dios responde a las profundas necesidades de su alma. Él puede transformarlo completamente, colmarlo y llevarlo a hacer el bien.
Redentor adorable, sobre la cruz colgado,
Tratado como culpable, quebrantado por mi pecado,
Tu suprema angustia, tu dolor, tu tormento,
Me dicen: Te amo, he tomado sobre mí tu
castigo.
Tu amor me reclama, ¡heme aquí, amado
Salvador!
Toma mi cuerpo y mi alma, ¡por precio de tu dolor!
Sí, mi alma se complace, ya no quiero más
Que vivir de tu vida, ¡oh Jesús!

Tomado de LA BUENA SEMILLA.

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