domingo, 23 de agosto de 2020

REFLEXIÓN - Domingo, 23 de agosto de 2020

Esperad en él en todo tiempo... derramad delante de él vuestro corazón.
Le contaron todo.
El que hizo el oído, ¿no oirá? El que formó el ojo, ¿no verá?
Cuéntele todo
Un padre de familia llevó su hijo, atormentado por un espíritu malo, a Jesús y le suplicó por él. “¿Cuánto tiempo hace que le sucede esto?”, preguntó Jesús. Entonces el padre dio todos los detalles: desde su infancia, este joven era atormentado por un espíritu mudo. Varias veces había tratado de matarlo, echándole en el fuego y en el agua. El padre concluyó su relato con un llamado desesperado: “Si puedes hacer algo, ten misericordia de nosotros, y ayúdanos”.
Jesús no hizo esta pregunta para enterarse del asunto. Él conocía la triste historia mejor que nadie. La manera cómo se dirigió al espíritu malo es una prueba de ello: el padre habló de un espíritu mudo, pero Jesús ordenó al espíritu “mudo y sordo” salir del muchacho. ¡Jesús sabe todo, él es el Dios poderoso a quien un espíritu, incluso sordo, está obligado a obedecer!
Pero por su pregunta, Jesús llevó a ese padre a contarle todo: los dramas del pasado, su ansiedad por la vida de su hijo, su desconcierto, su desesperación, y en fin, su incredulidad... El padre contó toda su angustia, y por último hizo este desgarrador llamado de auxilio. Jesús escuchó hasta el final. Por último dio la orden y liberó al joven.
Padres, este relato nos anima a contarle todo a Jesús. Hablémosle detalladamente de todas las preocupaciones que nos causan nuestros hijos. Nos invita con bondad a expresarle todo, aunque él conoce todo mejor que nosotros. ¡Nuestro Señor escucha, simpatiza, responde y libera!
Tomado de LA BUENA SEMILLA.

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