viernes, 21 de agosto de 2020

REFLEXIÓN - Viernes, 21 de agosto de 2020



Quédate con nosotros, porque se hace tarde, y el día ya ha declinado. (Jesús) entró, pues, a quedarse con ellos.

Nadie, sino...
Hace poco tiempo María se instaló en una casa para ancianos. Sus hijos y sus nietos fueron a visitarla. La alegría y el jolgorio llenaron su pequeña habitación; ella disfrutó mucho del cariño de los suyos. Pero al llegar la noche... todos se fueron. Sus ojos recorrieron la habitación y se detuvieron en las numerosas fotos. No, no había nadie más... Sin embargo, su mirada se detuvo en el versículo que había puesto bien visible en su mesa de noche: “Cuando miraron, no vieron más a nadie consigo, sino a Jesús solo” (Marcos 9:8). «Sí, pensó María con agradecimiento, por lo menos el Señor Jesús no se va a su casa en la noche. Mi querido Salvador siempre está conmigo, yo no estoy sola».
“A nadie consigo, sino a Jesús solo”: la experiencia de María también puede ser la del estudiante que al volver, después de un fin de semana en familia, encuentra sola su habitación; la del prisionero en su celda, lejos de los suyos; la de la viuda que piensa en su esposo ausente; y también puede ser la mía...
Todos tenemos momentos de soledad, a veces muy dolorosos. Uno puede sentirse solo incluso en medio de una multitud. Pero la promesa de Jesús está ahí, sin condiciones, para los suyos: “Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:20).
Jesús también conoció momentos de soledad; su ejemplo nos anima. Cuando todos los discípulos iban a abandonarlo, lo escuchamos decirles: “Me dejaréis solo; mas no estoy solo, porque el Padre está conmigo. Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo” (Juan 16:32-33).
Tomado de LA BUENA SEMILLA.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario