jueves, 17 de diciembre de 2020

REFLEXIÓN - Jueves, 17 de diciembre de 2020


Apedreaban a Esteban, mientras él invocaba y decía : Señor Jesús, recibe mi espíritu. Y puesto de rodillas, clamó a gran voz : Señor, no les tomes en cuenta este pecado. Y habiendo dicho esto, durmió.

La muerte de los creyentes

El primer mártir cristiano se llamaba Esteban. Tuvo que enfrentarse a la oposición violenta de sus compatriotas, quienes acabaron lapidándolo (es decir, matándolo a tiro de piedras). Como Jesús poco tiempo antes, Esteban oró por sus enemigos. El relato termina con esta declaración : “Habiendo dicho esto, durmió”.

¡Qué expresión sorprendente respecto a alguien a quien mataron apedreándole ! ¿Pudo realmente dormirse ?

Sin embargo, Esteban “durmió”, nos dice el relato inspirado de Dios. El cuerpo, como si estuviese dormido, vuelve al polvo, y el espíritu vuelve “a Dios que lo dio” (Eclesiastés 12 : 7). Esteban estaba ausente del cuerpo, y presente al Señor (2 Corintios 5 : 8).

El cristiano que deja esta tierra se duerme, sea cual fuere la manera en que le llega la muerte. Puede ser serena en su cama, pero también puede ser violenta. Muchos cristianos tuvieron una muerte brutal, quizá traumática para sus familiares, para los testigos : persecuciones, torturas, accidentes, situaciones dramáticas de todo tipo…

Si el Señor permite que perdamos a uno de nuestros seres queridos, creamos firmemente que este, porque creyó, durmió en Jesús y va a despertar.

Recordemos que los creyentes, cuyos cuerpos solo “duermen”, ya están con Cristo en espíritu, y que para ellos “es muchísimo mejor” (Filipenses 1 : 23).

“Si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él” (1 Tesalonicenses 4 : 14).

Tomado de LA BUENA SEMILLA.















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