Ten piedad de mí… borra mis rebeliones… y borra todas mis maldades.
Como cada día, Boris debía hacer diez líneas de escritura en clase. ¡Qué aburrido ! ¡Quería terminar lo más rápido posible ! Ya estaba a punto de acabar cuando, accidentalmente, un compañero le dio un codazo y debido a esto alargó de forma desproporcionada una “t”. Boris respondió con un puñetazo… y una gota de tinta cayó en su hoja. Trató de borrarla, pero esto hizo extender aún más la mancha ; todos sus esfuerzos terminaron en un desastre : la hoja quedó arrugada. ¿Qué hacer ? Rápidamente pasó la página. Pero el maestro había visto todo. Devolvió la página y, con su bolígrafo rojo, anotó una mala calificación e hizo una nota sobre su conducta.
A menudo pensamos que podemos solucionar todo con “pasar la página” : sí, me equivoqué, pero a partir de ahora lo haré mejor. Sin embargo, ¿podemos borrar el pasado esforzándonos en hacer bien las cosas en el presente ? ¡Imposible ! Nuestros días se inscriben ante Dios como en páginas colocadas unas tras otras, en las que una única mancha salta a la vista y ensucia todo. Por cierto, ¿existe una sola página sin mancha ?
Pero lo que es imposible para nosotros, Dios puede y quiere hacerlo : “Si vuestros pecados fueren como la grana (rojos), como la nieve serán emblanquecidos” (Isaías 1 : 18). “Mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios” (1 Corintios 6 : 11). “La sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado” (1 Juan 1 : 7).
Tomado de LA BUENA SEMILLA.
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