domingo, 29 de marzo de 2020

REFLEXIÓN - Domingo, 29 de marzo de 2020

Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa.
(Jesús dijo:) De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí, tiene vida eterna.

Creo, pero... ¿en qué?
Poco antes de su muerte, un presidente de la República francesa declaró públicamente: «Creo en las fuerzas del espíritu, y no los dejaré». Con esto quería decir que su espíritu, después de su muerte, estaría aún entre sus compatriotas. Sin embargo, la Biblia dice: “El espíritu vuelva a Dios que lo dio” (Eclesiastés 12:7), indicando así que después de la muerte, el espíritu del hombre no se manifiesta más en la tierra.
Algunos incrédulos, cuando se acerca el momento de la muerte, evocan la idea de que si hay un más allá, Dios tendrá gracia... al menos así lo esperan.
La vida del alma después de la muerte es una realidad. Está ligada al hecho de que cuando Dios creó al ser humano, este recibió el soplo de vida y fue “un ser viviente” (Génesis 2:7). Después de la muerte, el alma vuelve a Dios, esperando ser revestida de un cuerpo nuevo, pues todos resucitarán, “los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación” (Juan 5:29).
Ahora bien, ¿quién hizo el bien en este mundo? Uno solo, Jesucristo. Entonces, ¿quién puede pretender la “resurrección de vida”? Solamente aquellos que creen en el Señor Jesús para tener la vida. “Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida. Vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios... tenéis vida eterna” (1 Juan 5:11-13).

Tomado de LA BUENA SEMILLA.

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