Nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado.
Podríamos pensar que hay muchos grupos religiosos en el mundo. Pero en realidad solo hay dos : uno que cree merecer la gracia divina ; otro que está formado por los que reconocen que no pueden dar nada a Dios, ni siquiera por el perdón de uno solo de sus pecados.
- El primero propone al hombre hacer obras meritorias para ser libre de su culpabilidad, para ganar el favor divino y el paraíso : cumplir buenas obras, observar ritos, sacrificar su tiempo, sus riquezas, su cuerpo, su vida… Se piensa dar algo a Dios esperando recibir o merecer algo de Él. Pero, ¿quién podría satisfacer las exigencias divinas ? Y el pobre, el que carece de recursos materiales, ¿estaría perdido ?
- El segundo grupo está constituido por esos “pobres” que solo pueden decir : “Dios, sé propicio a mí, pecador”. Es confesar nuestra incapacidad para merecer la gracia divina y confiar en Dios, el único que puede solucionar el problema de nuestros pecados. Entonces Jesús afirmó : “Este descendió a su casa justificado” (Lucas 18 : 13-14), es decir, mucho más que perdonado : hecho justo.
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Tomado de LA BUENA SEMILLA.
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