(Jesús dijo:) Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos... No he venido a llamar a justos, sino a pecadores.
«La gracia del Evangelio, tan difícil de comprender, nos pone ante la verdad y nos dice: Eres un pecador, pero puedes ir a Dios, quien te ama. Te acepta tal como eres, sin que hagas nada, sin que des nada, te quiere a ti, por completo... Dios vino hasta ti, pecador, para salvarte. ¡Regocíjate! Al decirte la verdad, Dios te libera. Delante de él, no puedes esconderte. La máscara que llevas frente a los hombres no sirve de nada en su presencia, Dios quiere verte tal como eres... para concederte su gracia».
Quizás usted esté agobiado por el recuerdo del mal que hizo a otros y a usted mismo. Escuche el mensaje del Evangelio, la gracia del Evangelio. Dios detesta el pecado, pero nos ama a nosotros los seres humanos, a pesar de nuestras artimañas, de nuestros malos comportamientos, deshonestidad, violencia. El pecado nos alcanzó a todos. Quizá nos empuje a decir una simple mentira, y esta produce en nosotros un malestar, o se convierte en una obsesión que nos martiriza, que nos posee y nos agobia.
Sea como fuere, cuando esta voz de la conciencia nos habla, tomémosla muy en serio: ella nos recuerda que Dios tiene algo que decirnos, y no olvidemos que solo él puede purificarnos del pecado.
“Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:9).
Tomado de LA BUENA SEMILLA.
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