viernes, 18 de octubre de 2019

REFLEXIÓN

Le dijeron: ¿Tú quién eres? Entonces Jesús les dijo: Lo que desde el principio os he dicho.
Juan 8:25
Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.
Juan 8:12
Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino.
Salmo 119:105
¿Transparencia o luz?
Con motivo del «festival de la palabra» organizado en una comuna francesa, una de las dos palabras escogidas como palabra del año 2013 fue «transparencia». Comentando esta elección, el presidente del jurado dijo: «La transparencia exige la visibilidad de lo que se sospecha escondido. Un material perfectamente transparente como el vidrio no permite ver en la noche. Así, exigir la transparencia no tiene ningún sentido si se descuida llevar la luz».
Cuando Jesús vino al mundo, trajo la luz, esta luz espiritual que alumbra nuestras motivaciones interiores. Él era “la luz del mundo”. Pero esto molestó tanto a los hombres, que prefirieron permanecer en las tinieblas. “La luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas” (Juan 3:19). ¿A quién le gustaría que todos sus pensamientos de la semana pasada fueran registrados en un DVD y proyectados en público, o incluso solo delante de sus allegados?
¿Deseamos ser transparentes a la luz de Dios, dejarla sondear nuestro corazón y nuestra alma en lo más profundo? No temamos hacerlo, porque esta luz nos conducirá a confesar nuestras faltas y a obtener el perdón de Dios. Y como cristianos, andemos “como hijos de luz” (Efesios 5:8-9), manifestando, a través de nuestras palabras y conducta, la bondad, la justicia y la verdad divinas (Efesios 5:8-9).

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