martes, 29 de octubre de 2019

REFLEXIÓN

Bienaventurado el varón... que en la ley del Señor está su delicia, y en su ley medita de día y de noche. Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo.
Salmo 1:1-3

Felicidad cerca de Dios
El libro de los Salmos es una recopilación de oraciones y alabanzas. Ha sido llamado «el corazón de la Biblia» porque contiene la expresión de muchos sentimientos y recuerda las felices experiencias de los creyentes que compusieron esos poemas.
La primera palabra de este libro es: “Bienaventurado”. Es como si Dios quisiera decirnos que existe un gozo posible, simple, profundo, duradero, que puede ser gustado incluso en la adversidad y las pruebas.
A continuación, este gozo, esta alegría, son descritos en relación con nuestros actos cotidianos: caminar, sentarse, hallar su agrado en lo que Dios ha dicho... Este primer Salmo nos invita a preguntarnos: ¿Qué pensamientos ocupan nuestra mente, qué actos caracterizan nuestra conducta? ¿Dónde hallamos nuestro gozo?
El énfasis está puesto en el amor a la Palabra de Dios y su meditación (v. 2). La felicidad pasa por una relación con Dios, y esta se vive cuando lo escuchamos y hablamos con él mediante la oración; él nos habla cuando leemos y meditamos la Biblia. Meditar es tomarnos el tiempo para leer y releer un texto, dejarnos penetrar por su sentido profundo, reflexionar en sus implicaciones prácticas... Amigos cristianos, preguntémonos qué efecto ha tenido en nosotros y en nuestra vida cotidiana la Palabra que hemos escuchado. Un gesto de perdón, de generosidad, el diálogo reanudado, una decisión tomada, son algunas de las actitudes que la Palabra de Dios nos enseña: “Tu dicho me ha vivificado” (Salmo 119:50).

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