miércoles, 30 de octubre de 2019

REFLEXIÓN

No hay hombre que tenga potestad... sobre el día de la muerte.
Eclesiastés 8:8
Buscad al que... vuelve las tinieblas en mañana, y hace oscurecer el día como noche; el que llama a las aguas del mar, y las derrama sobre la faz de la tierra; el Señor es su nombre.
Amós 5:8
¿Por qué la muerte?
«La muerte de la muerte». Este extraño título corresponde a un libro que apareció recientemente, el cual anuncia que los descubrimientos científicos pronto podrían doblar la esperanza de vida. La bondad y la paciencia de Dios ya han permitido, a través de los progresos de la medicina, sanar enfermedades que en otro tiempo eran mortales. Pero anular la muerte no está en poder del hombre. La vida degradada por la vejez se convierte incluso en una carga para muchos. Y Dios dijo: “Está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio” (Hebreos 9:27).
Desde las primeras páginas de la Biblia, Dios anunció a Adán: desobedecer su mandamiento acarrearía la muerte (Génesis 2:17). Cuando el hombre pecó, la sentencia se confirmó: “Al polvo volverás” (Génesis 3:19). “Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres” (Romanos 5:12). ¡Terrible realidad!
Pero la Biblia no nos deja sin respuesta frente a este hecho inevitable y universal. Ella nos revela el amor de Dios que quiere la felicidad eterna del hombre. Él dio a su Hijo para que nosotros tengamos la vida eterna. La resurrección de Cristo es la prueba de ello.
Jesús dijo: “Esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero” (Juan 6:40).

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