martes, 10 de diciembre de 2019

REFLEXIÓN



Por este niño oraba, y el Señor me dio lo que le pedí.
1 Samuel 1:27
Orad sin cesar.
1 Tesalonicenses 5:17
Una cesta de juncos en el río (2)
Generalmente los padres cristianos velan solícitamente sobre sus hijos, brindando los cuidados apropiados en cada etapa de su crecimiento. Pero, llega un momento en el cual es necesario dejarlos salir del nido familiar e ir a un mundo donde abundan los peligros. ¿Qué hacer entonces para continuar rodeando a sus hijos con esos cuidados?
Ante esta importante pregunta, y en relación con la historia de Moisés relatada ayer, un autor cristiano dice:
«¡Oren y oren! Así tejerán una arquilla de juncos para ellos, la harán impermeable al mundo y al pecado, e incluso si deben dejarla entre los carrizales del río, Dios la cuidará, y sus oraciones no serán vanas. Quizá no podrán constatar inmediatamente sus efectos tangibles. Sin embargo, sus intercesiones por sus hijos permanecen delante del Señor como un capital que fructificará produciendo intereses elevados en el reino de Dios. Cuando estén junto al Señor, miles de padres descubrirán hasta qué punto la arquilla de juncos que tejieron con sus perseverantes oraciones fue eficaz para proteger y salvar a sus hijos o nietos»
J. A.
“Yo y mi casa serviremos al Señor”, dijo con firmeza Josué, jefe del pueblo de Israel (Josué 24:15).
“Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa”, predicaron Pablo y Silas al carcelero de Filipos (Hechos 16:31).
“Si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye” (1 Juan 5:14).
El Señor animó a Abraham con estas palabras: “Yo sé que mandará a sus hijos y a su casa después de sí, que guarden el camino del Señor, haciendo justicia y juicio” (Génesis 18:19).

Tomado de http://labuenasemilla.net/

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