domingo, 29 de diciembre de 2019

REFLEXIÓN


¡Oh, si hubieras atendido a mis mandamientos! Fuera entonces tu paz como un río, y tu justicia como las ondas del mar.
Isaías 48:18
¡Oh, si me hubiera oído mi pueblo!
Salmo 81:13
¡Si tan solo...!
«Si tan solo...», esta expresión manifiesta un pesar, y se escucha frecuentemente. Si tan solo no me hubiese equivocado de camino ese día, o si hubiese sido más prudente... Si hubiese escuchado los consejos de mis padres... Si hubiese estudiado un poco más para aprobar mi examen, etc. Así reconocemos nuestros errores o las ocasiones perdidas.
Sin embargo, en los versículos del día, es Dios quien manifiesta su pesar ante la desobediencia de su pueblo terrenal, cuando él quería hacerle un bien, darle paz y la victoria sobre sus adversarios.
El Señor Jesús también suspiró profundamente a causa de la incredulidad de aquellos a quienes había venido a sanar (Marcos 8:12). Ante el endurecimiento de los habitantes de Jerusalén, exclamó: “¡Si también tú conocieses... lo que es para tu paz! Mas ahora está encubierto de tus ojos” (Lucas 19:42). Y también: “¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina a sus polluelos debajo de sus alas, y no quisiste!” (Lucas 13:34). En respuesta a su amor, el hombre lo crucificó.
Aún hoy Dios quiere hacer el bien. Él es el Dios bienaventurado, y desea compartir con nosotros su felicidad. Él no quiere la muerte del malo, sino que abandone sus malos caminos y viva (Ezequiel 18:23). El hombre es responsable de sus decisiones: acepta por la fe la salvación ofrecida por Jesucristo, o la rechaza.
¡Oh, si tan solo hiciera usted la elección correcta!

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