sábado, 21 de diciembre de 2019

REFLEXIÓN

¿Por qué estás lejos, oh Señor, y te escondes en el tiempo de la tribulación?
Salmo 10:1
¿Hasta cuándo no apartarás de mí tu mirada, y no me soltarás siquiera hasta que trague mi saliva?
Job 7:19
Tú, Señor, eres bueno y perdonador, y grande en misericordia para con todos los que te invocan.
Salmo 86:5
¿Por qué, Señor?
A menudo dirigimos esta pregunta al Señor cuando permite que atravesemos días difíciles, cuando estamos solos o nos sentimos incomprendidos.
«¿Por qué, Señor?», fue el clamor de muchos hombres de Dios mencionados en la Biblia. Esto nos consuela a nosotros que tenemos una fe tan débil. En los momentos más duros, ¿quién de nosotros no ha tenido la impresión de que Dios no respondía, como si nos hubiera olvidado o no nos escuchara? En esos momentos, pidámosle que nos ayude a ser valientes, que aprendamos a esperar pacientemente su respuesta, sin perder la confianza en él, sin olvidar cuánto nos ama.
Pidámosle también que transforme esos tristes «por qué» en «para qué», es decir, «con qué fin». Entonces el Señor nos revelará que él obra para nuestro bien, para el bien de cada uno de aquellos a quienes ama. Nos mostrará lo que quiere corregir en nuestros pensamientos o comportamiento, para que confiemos más en él y nos parezcamos más a su Hijo. Y si no siempre entendemos la razón de tal o cual prueba, tendremos la explicación en el cielo, cuando la historia de nuestra vida será como proyectada ante nuestros ojos a la luz de la gracia de Dios. Entonces no diremos más: «por qué», sino, «gracias».
“Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido” (1 Corintios 13:12).


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