miércoles, 18 de diciembre de 2019

REFLEXIÓN


Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre estos... Y vi a los muertos... de pie ante Dios... Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego.
Apocalipsis 20:6, 12, 15
La resurrección
«El 13 de marzo de 1995, la marina francesa procedió a la inmersión en el mar del cuerpo del explorador Paul-Émile Victor, fallecido a la edad de 87 años. Según las últimas voluntades expresadas por el difunto, el cuerpo fue envuelto en dos sudarios y recubierto por una bandera tricolor».
En su momento, Dios encontrará todos los cuerpos, los quemados en las hogueras o en los hornos crematorios, los despedazados por las fieras en los anfiteatros o perdidos en los campos de batalla, las cenizas humanas dispersadas en la naturaleza o en el fondo de los mares, los cuerpos enterrados desde hace milenios. Y todos resucitarán, ya sea “a resurrección de vida”, o “a resurrección de condenación” (Juan 5:29).
La Biblia enseña que habrá dos resurrecciones. El Señor Jesús vendrá a buscar a los suyos, a quienes rescató al precio de su sangre. Él resucitará a todos los creyentes que hayan muerto y les dará, como a los creyentes que estén vivos en ese momento, cuerpos semejantes al suyo. Todos entrarán entonces en su Paraíso. Esta es la primera resurrección.
Luego, al final de los tiempos, tendrá lugar la resurrección de todos los que no hayan creído. Ellos comparecerán ante el “gran trono blanco” (Apocalipsis 20:11) y serán condenados a los tormentos eternos. Quizás alguien diga: ¿Cómo podrá suceder esto? Nada es imposible para Dios. ¿No fue él quien hizo el universo de la nada? Y él hace algo aún más sorprendente: justifica a los que creen en su Hijo Jesucristo.

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