sábado, 28 de diciembre de 2019

REFLEXIÓN


Espera tú un poco para que te declare la palabra de Dios.
1 Samuel 9:27

¡Tierra, tierra, tierra! oye palabra del Señor.
Jeremías 22:29
En el metro
En una encuesta realizada por el Washington Post sobre los centros de interés de las personas y sus prioridades, se experimentó lo siguiente: se le pidió a Joshua Bell, un famoso violinista, que tocara en una estación de metro en Washington. Dos días antes había dado un concierto en el teatro de Boston, el cual estuvo repleto, con precios cercanos a los cien dólares la entrada.
En una fría mañana de enero de 2007, tocó durante más de cuarenta minutos en una estación de metro en una hora pico. Solo siete personas se detuvieron realmente a escuchar un momento. Una veintena, sin detenerse, le dio dinero. Una sola, entre más de mil, lo reconoció.
Una de las conclusiones que podemos sacar de esta experiencia podría ser: si no tenemos un instante para detenernos, reconocer y escuchar a uno de los mejores músicos del mundo, ¿cuántas otras cosas nos perdemos?
Cada día miles de personas pasan al lado de Dios sin verlo ni escucharlo, como si no existiera. Se lo relega a los edificios religiosos, sin embargo él está aquí, muy cerca de nosotros, listo para revelarse en nuestra vida cotidiana. No hagamos como esos transeúntes demasiado absorbidos por sus asuntos, sino que tomémonos el tiempo para detenernos y conocer la medida de su amor hacia nosotros y del don que nos hizo en Jesucristo.
“Bienaventurados los que oyen la palabra de Dios, y la guardan” (Lucas 11:28).

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