sábado, 23 de noviembre de 2019

REFLEXIÓN


¿Quiero yo la muerte del impío? dice el Señor.
Ezequiel 18:23
Escoge, pues, la vida, para que vivas.
Deuteronomio 30:19

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Testimonio
«Una tarde invitamos a una pareja vecina. Sabíamos que eran cristianos, pero hasta entonces no habíamos abordado el tema. Ese día no los habíamos invitado para hablar de Dios y de la fe cristiana, pero el tema salió espontáneamente en el curso de la conversación. Nuestros invitados pronunciaron palabras que nos tocaron profundamente. Parecía como si hubieran leído nuestros pensamientos. Cuando se fueron, nos vimos enfrentados al fracaso total y sin apelación de lo que queríamos hacer de nuestra vida. ¡El callejón sin salida! Imposible ir más lejos.
Lo que se produjo en ese momento revela la gracia maravillosa de Dios y su paciencia, su amor, dándonos la capacidad para comprender su mensaje. Tomamos conciencia de que el horizonte se abría, que el futuro era posible. También tuvimos el sentimiento de que Jesús estaba ahí, listo para entrar en nuestra vida. Lo invitamos a entrar y supimos que él nos amaba y esperaba nuestra invitación desde hacía mucho tiempo.
No es una nueva filosofía, sino una nueva vida. Una vida que halla su fuente en Dios y que nos inunda por su Palabra. “Consumado es”, dijo Jesús antes de morir. Solo podemos aceptarlo o rechazarlo. Aceptarlo es responder al llamado de Jesús: “Sígueme”».
“Que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que... seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento” (Efesios 3:17-19).

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